domingo, 19 de septiembre de 2010

Capitulo 3: La belleza.

Era ella la persona más perfecta que había visto en toda mi vida. Hermosa por donde se la viera. Usaba un vestido… Raro, ¿extravagante? Si extravagante. En ese vestido mostraba sus hombros, eso en esa época era como pecar o matar a alguien. Todos clavaban sus miradas en ella. Las mujeres la miraban con desprecio y los hombres directamente la devoraban con esta misma. Yo la miraba embobado, la miraba con celos, la miraba como si se fuera a acabar el mundo, yo solo la miraba. La quería, la quería a mi lado y la quiera amar como ningún hombre pudiera haberlo hecho antes ¿Por qué pensaba esto? ¿Por qué lo sentía? Su vestido era de un color dorado, pero sucio, con capas. Nunca visto en la faz de la Tierra. Era único como lo era ella. Ahí va una imagen algo parecida al vestido.

En un momento a otro ella me miro, me vio, quedo sorprendida. ¿Quién no? No es por engreído pero ahora era un poco mejor que antes y ya antes era un hombre apuesto. Yo solo la miraba a los ojos, ella sonrío. Sentí como mis mejillas ardían en un color rosado. Resultado de esto hizo que sonriera más ampliamente, yo solo me ruboricé más y sonreí como un idiota. Ella se acercaba, solo pedía que lo hiciera mas rapito, la deseaba, quería saciarme con ella y de ella. Algo la detuvo. Mierda. Era una mano que se aferraba de su brazo derecho, la mano de un hombre casi de mi edad pero podía decir que más joven con un parentesco a ella. Sin dudarlo pensé que era su hermano. Ella lo miraba suplicante, el la fulminaba con la miraba. Iba a hablar pero el levanto su mano y la hizo callan. De un momento a otro giro su cabeza hacia mí y me miro triste. Eso me mato. Realice un acto muy estupido con mi velocidad la rose y le susurre –Pronto nos veremos, quédate tranquila- Al voltear vi como sus ojos se abrían ampliamente, en mis pensamiento me maldecía por haber hecho eso ahora ella me tendría miedo y me odiaría. Pero no. Luego de dicho acto una sonrisa de “oreja a oreja” se dibujo en su rostro, luego subió a su carro seguida por su supuesto hermano. Seguí caminando, la felicidad pareció haber invadido mi “nueva vida”. Era algo maravilloso poder volver a sonreír, pero sonreír de verdad. Reír por lo que uno hizo o querer matarse (en sentido de vergüenza) por ello. Es raro, es incomodante, es simplemente hermoso. Debo admitirlo nunca pensé “enamorarme” de una persona y menos en estas condiciones. Ella ahora es mi mundo, yo la quiero, yo la amo, yo… Ya no se que decir, solo le ruejo al cielo que el momento de poder tenerla a mi lado sea pronto, muy pronto y que nuestras miradas vuelvan a encontrarse de vuelta como en aquel momento tan hermoso. Nunca le haría daño, aunque me muriera por dentro sería capas de soportar el peor de lo castigos. Jamás bebería de su sangre aunque sea el ultimo humano sea capas de… Dios como puedo decir esto. De beber la sangre de un animal.
Después de mis arrepentidos actos, volví al sótano moribundo de Louis. Hablo que con él para ver si él sabia algo de esta chica pero solo le conté de su hermano y no le dije nada sobre la chica. Él dijo esto…
A si, la familia Roan. Muy rica, muy rica –repitió con entusiasmo-
¿De veras? –pregunta obvia-
Pues claro. El Señor Roan tiene una hija, muy llamativa y rebelde. –vi en sus ojos una chispa de calor a mi se me hervía la sangre- La recuerdo pero cuando solo tenía 14 años, ya para esa edad tenía un carácter fuerte. –en mi cara se dibujo una sonrisa que pronto borre-
Que raro no la v… O si que la vi como no verla –dije con un poco de asombro fingido-
¿Cómo no verla? –dijo con una sonrisa picara- Re cuerdo cuando la trate de seducir, mal recuerdo.
¿Ehh? –dije sin entender-
Soy muy amigo de la familia y querían que yo este con ella de joven. Ella se negaba, yo la trate de convencer con el mejor trato y lo tiro todo a la basura. Era odiosa ¬¬
Ah. Claro. –dije serio- Y ¿Qué paso?
Seguimos en contacto pero muy poco y ahora que me los haces recordar hace tiempo que no pasó por su casa-mansión. Estaría bueno que los conocieras y me parece que solo te interesa una sola cosa. -hizo una pausa yo no sabía en donde meterme- Bueno… Vamos.
¿A dónde? –dije temeroso-
A lo de tu amada
La ultima palabra la susurro pero me quedo latente en la cabeza. Sonaba y sonaba sin parar y lo hizo todo el viaje a la casa-mansión de los Roan como lo había mencionado Louis. Llegamos mi cabeza se inundo de preguntas tan rápidamente que me marie por unos instantes. Recobre la compostura y al mismo tiempo me preguntaba como mierda podía llegar a afectar tanto a los hombres las mujeres. Louis golpeo la puerta de la enorme casa. Una pequeña voz pregunto quien era. Louis dijo.
OH ¿Ya no me recuerdas? –la puerta dejo ver un ojo femenino-
Louis –escupió cada palabra como si fuera un insulto y cerró la puerta con brusquedad-
Déjame a mi tonto –dije algo brusco el frunció las cejas y se corrió lentamente- OH. ¿Cómo se llama ella?
¿Ella?
La chica que acaba de preguntar.
Ah ella. Se llama Elizabeth.
-Tan bajo como pude- Bonito nombre. –Golpee-
¿Que quieres? –dijo arrogante-
Bonita forma de recibir a tus invitados –dije de la misma forma que ella-
Que demo… -se paralizo al verme-
Elizabeth. Mucho gusto mi nombre es Michael y ¿podrías dejarme pasar a tu “humilde casa” a mi y a mi querido amigo Louis?
Yo… -una voz apareció de fondo-
¿Eh oído bien? ¿Es Louis? –Dijo rápido-
Si padre –dijo Elizabeth-
Hazlo pasar niña.
Esta bien –abrió del todo la puerta y nos hizo un gestó para que pasemos cuando estaba a punto de pasar yo me tomo del brazo-
Espera. Acompáñame. –dijo susurrando-
No sabía que hacer solo la seguí como un bobo hipnotizado por su belleza. La seguí hasta la profundo de un bosque que había detrás de su casa. Se detuvo en seco y dijo apasionadamente…

jueves, 16 de septiembre de 2010

Capitulo 2: Mi primera Noche.

Veía todo con ojos de vampiro, la maravilla del mundo con esos ojos era extremadamente hermosa. No hay palabra para eso pero tampoco hay palabras para describir el dolor de aquella visión. Era hermoso, eso si, pero a la ves era sufrir por dentro al saber que ya no veras las cosas como son como lo eran. Ver aquellos amaneceres que tanto uno ama cuando es “humano”. Las flores del color radiante que derraman al iluminarse con los primeros rayos del sol cuando aparece en el horizonte. Nada de eso podría volver a verse o disfrutarse ni tampoco volver a ver el mar o el océano del color azul perla, ahora todo eso es negro apagado… Muerto. Esa noche fue hermosamente dolorosa. De la nada aparece Louis con una sonrisa en su rostro que al ver mi cara de sufrimiento eterno, luego de acariciar una pobre rosa marchita, se amplio mucho más. Con eso me di cuenta que “mi querido amigo” Louis disfrutaba del sufrimiento ajeno.
Con una voz algo alegre y llena de entusiasmo me dijo…
Ven. Quiero ver tu gusto en ataúdes.
¡¿Qué?¡ ¡¡¿En ataúdes?!!
Si, debes conseguir uno si no quieres ser hombre “frito” cuando amanezca.
Vale. (Aclaración: en ese momento no tenía idea de que no me “freiría” al sol)
Eso lo dije algo aterrado pero no puedo hacerle nada no quería morir en ese momento, supongo. Me conseguí uno bastante bueno con la madera negra laminada y sus mangas laterales bañadas en oro puro. Las Maderas laterales estaban talladas con unos símbolos muy típicos de la época. Muy curvos y delicados para ser más exactos. El de Louis era un cacho de madera tirado en un sótano. Cuando vio que bajaba con el mío casi se muerde de la envidia. Me grito bastante me dijo que no tenía que llamar tanto la atención que no podía ser cosas como esas y muchas cosas más que recuerdo pero da “fiaca” repetirlas luego de un par de años. Luego de que terminara le dije en vos calmada y llena de orgullo “mentiras, mentiras mi querido amigo” con eso fue suficiente como para dejarlo con la bronca que de seguro de debió guardar porque tenía razón.
Estar dentro de aquel ataúd era aterrador. Daba la impresión de no respirar pero eso era lo que te ayudaba a “dormirte” porque luego de parpadear unas cuantas veces ya mis sentidos no respondían y los sueños (malditos sueños) inundaron mis pensamientos trayéndome malos recuerdos sin sentido. Una viva imagen apareció de pronto enfrente de mis ojos y era el rostro de mi padre el morir. Recuerdo ese día como ningún otro, pero hace tiempo que ya no lo recordaba ni me atormentaba por eso. Su rostro pálido, enfermo… Me miraba en forma de suplica. Me miraba con esos ojos grises que cualquier otro hombre desearía tener. Esos ojos que de alguna forma podían llegar a ver las cosas más oscuras o buenas que ocultabas dentro, muy dentro de ti. Si mi padre estuviera vivo, con solo mirar a Louis a los ojos sabría perfectamente por lo que estaba pasando sin articular una sola palabra.
Me desperté de golpe dándome la cabeza contra la tapa del ataúd. Trate de abrir esa cosa lo más rápido posible, en verdad la detestaba (y aun lo sigo haciendo). Me incorpore, mire a mi alrededor, volví a mirar y de la nada me aparece Louis enfrente mío a poca distancia con cara de maniático y con la boca manchado en sangre. Perfecto. Debo admitir que si no fuera por ser vampiro me hubiera muerto de un buen paro cardiaco del susto que me pegue. Creo que hasta el más grande de mi vida.
Eres un idio… -al ver su cara de disgusto y enojo- Eres un ¿inmaduro?
Jajaja. Créeme que si no estuviera de muy buen humor, mi querido amigo, ya te hubiera arrancado la cabeza de un tirón –en su cara de dibujo una sonrisa torcida algo malévola-
Ja-ja-ja. Que divertido que eres Louis –sarcásticamente-
Si que lo soy ^^ -¿es idiota o no se acaba de dar cuenta de lo que dije?-
Claro… ¿Por qué tanta felicidad? –dije sin importarme realmente-
Porque he saboreado el mejor de los banquetes que pude dar en mi “corta” vida –dijo riendo al pronunciar corta-
Ah ¿si? Y ¿quien ah sido el desafortunado? –dije ojeando un libro que me intereso de una pequeña biblioteca que se encontraba allí-
Un niño… Un hermoso niño.
El libro que había sostenido hasta ese momento en las manos se callo al piso causando un estruendoso ruido seco. Mi cara se desfiguro, demostrando una ira interior pero al mismo tiempo dolor. El dolor llego a descomponerme, fue increíblemente poderoso. ¿Cómo pudo asesinar a un inocente niño? ¿Acaso no tenía corazón?... Pensé aquella pregunta por un segundo y me di cuenta de que mi corazón ya no late, ya no siente, ya esta muerto de alguna forma. Yo tampoco tenía corazón o lo poco que tenía pronto desaparecería como el de Louis causando que ya no sintiera pena por nada ni por nadie, ni hasta de un pobre niño inocente. Ya no sabía que pensar que hacer o decir. Solo me senté en el piso tomando mi cara entre mis manos mientras que mis codos quedaron apoyados en mis rodillas flexionadas.
¿Michael? –me dijo Louis con un todo chistoso-
Solo me limite a mirarlo y luego de dicho acto salí corriendo a una velocidad inhumana. De un momento a otro me encontraba en mitad de Londres. La gente no notaba mi pasar por su costado casi rozándoles. De un momento a otro me detuve en seco, mis ojos nunca vieron algo semejante a esto que veían con tanta profundidad y… ¿Algo más?